Las infecciones estacionales son aquellas que prevalecen en una determinada estación del año.
En verano las diarreas provocadas por adenovirus y enterovirus o por enterobacterias son más frecuentes.
La dificultad para mantener la adecuada cadena de frio de los alimentos favorece el sobrecrecimiento de estos gérmenes. Su transmisión se traduce en vómitos y diarrea y la consecuente transmisión del patógeno al ambiente por la materia fecal. El lavado de manos entonces junto con la desinfección de los objetos y superficies cobra especial importancia a la hora de preparar los alimentos.
En otoño se inician las infecciones por virus respiratorios como el resfrío común, un cuadro en el cual la persona presenta irritación de los ojos, la nariz y garganta con moco y estornudos y algunas veces acompañados de fiebre no muy alta.
En invierno, los virus respiratorios siguen siendo los principales y la gripe producida por el virus Influenza presenta su máxima incidencia. Se trata de un cuadro de fiebre alta con gran decaimiento general, dolores musculares y dolor de garganta, cefalea y tos seca. Al igual que los virus que causan el resfrío, los de la gripe pueden causar congestión o secreción nasal, estornudos y ojos llorosos. Los niños pequeños también pueden experimentar náuseas y vómitos. La vacunación para las personas de mayor riesgo (adultos mayores, embarazadas, niños pequeños y pacientes con enfermedades pulmonares o con inmunidad deprimida) es la mejor estrategia para evitar las complicaciones de la gripe.
Los virus de la gripe y del resfrío se propagan principalmente por gotitas esparcidas cuando una persona infectada tose, estornuda o habla. También puede infectarse al tocar una superficie u objeto con el virus, como la manija de una puerta y luego tocarse los ojos, la nariz o la boca. Es por ello que el lavado de manos, la limpieza de las superficies y objetos es tan importante.
En primavera, la varicela aumenta su incidencia. Es una enfermedad producida por un virus de transmisión aérea y de contacto. Se propaga principalmente al tocar o inhalar las partículas de virus provenientes de las vesículas (pequeñas ampollas) de la varicela y a través de diminutas gotitas que llegan al aire cuando las personas infectadas respiran o hablan, por ejemplo.